En un mundo donde la conexión entre las
personas es cada día mayor, existe un contagio muy especial, que puede hacer a
las personas vivir sentimientos muy intensos. Este el contagio emocional y casi
todos son susceptibles de sufrirlo. Es muy probable que en algún momento una
persona haya sentido alguna vez el contagio emocional. Conectar con una persona
y sin darse cuenta, verse invadido por una ola de sentimientos que no te
pertenecen y que se absorben como si fuese una esponja.
De igual manera los seres humanos
difícilmente pueden vivir aislados, necesitan estar unos con otros y conectados
mediante la empatía, que es el hilo invisible que une a todos emocionalmente.
Todos los seres humanos son emocionales y cada vez que interactúan entre sí, se
produce un intercambio emocional. Es como si tuvieran una carpeta en el disco
duro en la que se deja que otros depositen allí una parte de ellos, de cómo se
sienten y qué desean transmitir.
Al respecto, en este intercambio
emocional, las neuronas espejo desempeñan un papel fundamental y están
relacionadas con la imitación de conductas y la empatía. De forma inconsciente,
los seres humanos tienden a imitar las reacciones de los demás. Si una persona
sonríe la otra le responde igual, si están serios la otra persona demostrará
una acción facial igual, haciendo de las relaciones una especie de cortejo que
evalúa el grado de conexión o empatía que tienen con la otra persona.
Aunado a la situación, la habilidad de comunicar y transmitir
emociones, es algo muy poderoso si se sabe controlar y usar adecuadamente. Este
tipo de estrategias son muy usadas en marketing y publicidad. Es muy curioso cómo
no se pretende vender un producto, sino una emoción. Por eso, la gestión de las
emociones es un aspecto fundamental del desarrollo de la publicidad y el
mercadeo.
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