La Soberanía Alimentaria,
definida a groso modo como el derecho de los pueblos a definir sus propias
políticas y estrategias sustentables de producción y consumo de alimentos, que garanticen el derecho básico y elemental a
la alimentación para toda la población, siempre respetando sus culturas
agropecuarias. Sencillamente, la capacidad de un pueblo de autoabastecerse del
alimento fruto de su tierra.
En los últimos años he escuchado
repetidamente le frase “¡somos potencia!”, haciendo referencia a distintos
sectores económicos del país, pero desde hace tiempo nadie se expresa de esta
forma del sector agrícola venezolano, por lo menos nadie racional y realista
residente en la patria de Bolívar, aquella que en el algún momento podía contar
con su agricultura.
Es en este cuadrilátero, donde en
la esquina roja y de peso pesado encontramos al señorío, y en la esquina azul y
de peso pluma el mercado agrícola, contienda predecible y por una sola senda,
pero en la que cada asalto sobrevivido es una victoria, aun no comienza el
conteo, pero el juez… ya está prevenido.
Los avances de la tecnología y
buenas prácticas a nivel mundial ofrecen herramientas que permiten optimizar el
negocio, aumentar rendimientos, contrarrestar plagas y enfermedades, todo esto
resulta en mayor producción, mas alimento, menos hambre, todos supuestos de
soberanía. Pero estos avances los observamos a la distancia, como un ave que en
su vuelo se desvía y se aleja cada vez mas de nosotros, en una economía
fundamentada en las importaciones y en el papel moneda del norte, en la que no
es prioridad el mercado agrícola.
Las carencia de insumos de
cualquier tipo ha generado el coma de la agricultura, donde la variedad desapareció
del vocablo, “esto es lo que hay”, si se consigue el tesoro, su valor depende
del tamaño del botín y de la ubicación de la “X” en el mapa, los importadores
circenses ultrajan sus sombreros de copa y sus varitas mágicas, los comercializadores
y distribuidores improvisan maneras para abastecer sus inventarios, y la
cartera de productos se cuenta con los dedos de una mano. La planificación
estratégica no estudia necesidades sino posibilidades, el mercadeo es casi
clandestino, los inventarios son un secreto, y las plegarias nuestro único
consuelo.
Una nueva peste tarda minutos en
arropar nuestros cultivos, el remedio tarda años en llegar a nuestras manos, abandonamos
la producción de agroquímicos e insumos para importarlos, pero en el menú
portuario, ese plato, ya ni se come frio.
En un país colmado de tierras
agraciadas para la agricultura, con potencial mas no potencia, es hora de
colgar los guantes y tomar la escardilla para sembrar el país que merecen
nuestros hijos.
Ing.
Giovanni Liberatoscioli Jorges
@giogatoamarillo
#MktGV35
Hablar de agricultura en este proceso politico que vive nuestro pais da tristeza, nada mas pensar que la mayoria de los productos que se consumen son importados, es dificil creer que una vez fuimos exportadores de arroz y hoy en dia somos importadores, es posible que los productores de este rubro agricola esten limitados a comprar insumos, es tanto la situacion critica que en las casas comerciales de productos quimicos no tienn inventario y si lo hay es a altos precios. Como venezolanos que queremos nuestro pais y ver crecer a nuestros hijos hay que contribuir a que cese esta situacion.
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