En un mundo tan globalizado cómo
el que hoy vivimos, en donde el entrar a competir con otros productos ocurre en
tan solo cuestión de minutos, es tan necesario contar con estrategias de
Marketing robustas, modernas e innovadoras como saber que en la agilidad que
tengamos para redefinir oportunamente cualquier imprevisto, estaría el secreto de
conseguir efectivamente posicionar la iniciativa que nos propongamos.
Pensar en océanos azules es
siempre una muy buena opción, pero los riesgos que ello conlleva en mercados
tan complicados como el nuestro o el del algún otro país en condiciones
similares a Venezuela, pone sobre la mesa lo importante que es contar con
apropiadas herramientas de planificación y análisis antes de seguir adelante
con el lanzamiento de cualquier producto nuevo, por ello, si a esas
circunstancias se le suma el tener que competir en un entorno globalizado como
el actual, genera preguntas tan sencillas y complejas al mismo tiempo cómo ¿De
qué manera asegurar que una iniciativa sea exitosa? ¿Qué hace la diferencia
entre una idea que sepa calar en el público y otra que se olvida cómo aquello
que nunca existió?
Dudas que realmente nadie sabría
responder con una certeza absoluta o comprobablemente inequívoca, sin embargo, desde una opinión muy personal,
pensaría que el gran secreto está conseguir satisfacer esas expectativas del
público que se quiere alcanzar, sin necesariamente tener que apuntar a
obtenerlo a través de pretenciosas definiciones de negocio o ruidosas campañas
de comunicaciones, sino con un detallado plan de implementación que incluya
efectivos estudios de mercado y asertivas estructuras de costos.
Dicho lo
anterior, sirven éstos cómo puntos claves para hacer referencia a situaciones
especiales en las que productos a los que no se apostaban mayores beneficios,
terminaron por sorprender a multitudes,
y finalmente, terminaron por conquistar a mercados dominados por grandes
monstruos de la competencia. Mencionemos sólo cuatro de ellos, dos atados al
dinámico mundo de la TV y otros dos más, con ocurrencia local, en un país tan
complicado cómo provechoso, llamado Venezuela.
Quien no
recuerda a ese serie de TV colombiana de nombre “Yo Soy Betty La Fea”, que
aunque algunos posiblemente no hayan visto, seguramente si sabrán al menos de
que se trató, es este uno de los mejores
ejemplos de lo que un buen producto puede conseguir, si se sabe cómo conquistar
al público que va destinado, que en este caso puntual, termino por ser el mundo
entero. El detalle interesante, es que esta era una historia que salió a luz en
un canal colombiano de nombre RCN y que inició cómo un proyecto prácticamente
sin recursos, con 90% de grabaciones en estudio, sin locaciones, y que en tan
sólo unos días, terminó por convertirse en el producto estrella de la compañía,
salvándola de la inminente quiebra a la que estaba destinada, por no tener
éxito alguno frente a su principal competidor, Caracol TV. ¿Qué hizo la
diferencia? El diseño de un programa diferente, original, simple y con la única
intención de conseguir que su público disfrutara de un atractivo espacio de
tiempo. ¿Los resultados? Una historia que entró al libro record guiness cómo el
show de TV mayor versionado en el mundo y que regaló a su guionista una
participación en la junta de accionistas de la empresa.
Siguiendo con ejemplos del mundo televisivo, pero cruzando
un poco entre continentes, tenemos el caso de otra serie llamada “Aquí No Hay
Quien Viva”, con formato diferente al producto mencionado en el caso anterior,
pero con un mismo factor en común, el éxito, partiendo de una historia a la que
se dio luz verde sin mayores expectativas y que se le puso a competir contra el
sólido programa, “Los Serrano”, esperando simplemente que perdiese. Pero el
tiempo puso la balanza a su favor, y demostró como un show de TV que no
necesariamente contaba como un presupuesto millonario pero si con una historia
original y atractiva, acompañada de un equipo coral de actores impecable,
cumplió no sólo con la misión de conquistar el duro raiting de la TV española,
sino que hoy en día es recordada cómo uno de los programas más vistos y
exitosos de aquellas latitudes. Fue tanto el éxito de la misma, que su
competencia, Telecinco, viendo cómo se quedaba sin herramientas para hacerle
competencia, terminó por comprar una participación en la productora
independiente que la producía y acabo en la el hecho de que Antena 3, la cadena
que originalmente le transmitió, tuviese que dejarla ir. Curiosamente, esa
misma productora, en conjunto con Telecinco, dieron vida a otra historia
llamada “La Que Se Avecina”…. ¿Simple casualidad?
Alejándonos por un momento de ese complicado mundo de la TV,
vemos cómo lo mismo sucede con compañías que si bien no contaban con la inmensa
estructura de sus competidores, consiguieron conquistar altas cuotas de mercado
y aunque quizás por lapsos temporales, lograron darle un susto a esas grandes
trasnacionales. ¿De qué estamos hablando? De nuestros dos últimos ejemplos… el
primero es cómo Mayorcitos, la marca de leche para niños fabricada por una
compañía al menos 10 veces menor que la suiza Nestlé, obtuvo el primer lugar en ventas por un buen
período de tiempo, y Belmont, la marca de cigarrillos que en nuestro país, cómo
caso único en el mundo, se mantuvo siempre por encima de Malboro.
Al final, es imposible predecir completamente el éxito total
o fracaso rotundo que pueda tener un producto, pero si algo está claro, es que
contar con apropiada información que pueda servir como base para saber plantear
las iniciativas, podría significativamente marcar la diferencia, más aún en un
mundo tan globalizado, en el que muchas para veces competir, sólo demanda la
compra de un dominio en Internet a través del cual se puedan ofertar servicios,
seguramente con estructuras de costos nada complicadas y que el confiarse en
estar bajo grandes trasnacionales, no siempre es la única garantía para ganar.
Diogenes Jaramillo
@DiogenesJaram
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